viernes, 22 de agosto de 2008

Día 3. Fez


A las 9 en punto nos esperaba Abdul en la puerta del hotel para empezar la visita a "Fez la antigua". La primera parada fue el Palacio Real, atravesando en coche la Mellah o el barrio judio. De ahí fuimos al barrio de los alfareros, en las afueras, en donde entramos en una cooperativa de cerámica. Vimos cómo salían las piezas del torno, el horno, y cómo hacen las minúsculas piezas de los azulejos que luego forman los mosaicos. Auténtica artesanía de filigrana.

Después ya nos dirigimos hacia la medina, la más antigua y auténtica de Marruecos, laberíntica, palpitante, volcada en cubrir las necesidades cotidianas de sus habitantes.

Nada más entrar por una de sus 14 puertas, pareció que volvíamos varios siglos atrás. Cogimos a todos los niños de la mano y avanzamos por las calles techadas a través de un río de gente que igual compraba gallinas o pollos vivos que mataba el tendero a la vista, como verduras, cabezas de corderos, dulces o madejas de hilos de todos los colores posibles.

Atravesamos el zoco donde crean los tronos o sillones cubiertos de sedas o rasos blancos para ceremonias de circuncisión o bodas.



Nos detuvimos en la plaza de los caldereros, frente a la medersa o escuela coránica más antigua de la ciudad, y por supuesto, por el barrio de los tintoreros.

Nos dijeron que habíamos tenido suerte porque había un poco de viento que se llevaba el olor en otra dirección, y realmente, nos sorprendió que el olor a pieles encurtidas, a carne podrida, no fuera tan nauseabundo como lo recordaba.


Durante toda la mañana recorrimos sus calles -en ocasiones más deprisa de lo que nos hubiera gustado- hasta la hora de la comida, cuando nuestro guía Abdul nos llevó a un restaurante "típico" situado en un callejón sin salida, y alejado del bullicio. Sin duda comimos muy bien, aunque tuvimos que negociar previamente con Abdul lo que nos iban a cobrar por el menú.

Tras la comida, visitamos una "farmacia bereber" y volvimos a la puerta por la que habíamos entrado. Una vez fuera de la medina, comprobamos que las altas temperaturas que se dicen de Fez son ciertas, aunque dentro de la medina no lo hubiéramos notado.

Ya al atardecer, decidimos volver por nuestra cuenta a la Mellah o barrio judío, para conocer tranquilamente esa zona de la ciudad que por la mañana vimos sólo desde el coche.

1 comentario:

Veroyjesus dijo...

jajaja toda una aventura!..Viajo con mi hermano de 8 años, espero que se lo pase tan bien como los tuyos.